11 Απριλίου 2011

ΤΗΛΕΜΑΧΟΣ ΚΑΙ ΠΕΙΣΙΣΤΡΑΤΟΣ

Henry Howard: Telémaco y Pisístrato salen para Esparta
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Para el sostenimiento de la hipótesis que la homosexualidad estaba difundida en el mundo homérico (más allá del caso de Aquiles y Patroclo) existen también otros motivos.
Observa B. Seargent a este respecto (retomando una observación de G. Dumézil) que Telémaco, cuando llega a Pilos, es acogido por el rey Néstor, que dispone que duerma con Pisístrato, su único hijo todavía no esposado, mientras que él (Néstor) se acuesta en el lecho nupcial al lado de su esposa. En otras palabras: Homero hace equivaler a Telémaco y Pisístrato a una pareja de cónyuges. Y no solamente una vez: también en Esparta Telémaco duerme con Pisístrato, que lo ha acompañado, mientras Menelao duerme con Helena, así que Atenea, cuando se aparece a Telémaco para exhortarlo a volver a Ítaca, encuentra a los dos jóvenes que yacen juntos. Y Telémaco, cuando la diosa se aleja, despierta a Pisístrato “tocándolo con el pie”.
La homosexualidad, en suma, si más bien no aparece explícitamente, parece transparentarse en los poemas, permaneciendo todavía en el fondo del relato, de alguna manera escondida, o al menos en la penumbra.
¿Pero por qué –si todo es cierto- Homero (o los rapsodas que se oculta bajo este nombre) muestra esta singular reticencia a hablar del asunto?
Aunque solamente como hipótesis, Seargent avanza una explicación: porque las relaciones entre hombres que aparecen en Homero no son relaciones pederásticas (ni iniciáticas, como habían sido en épocas precedentes, ni pedagógicas, como serán en épocas sucesivas). Son relaciones entre personas de aproximadamente la misma edad. Son en suma relaciones “banalmente” homosexuales, y como tal reprobadas. Una hipótesis a considerar, aunque, bien entendido, con todas las dudas que la escasez y la incertidumbre de la documentación dejan inevitablemente subsistir.

Eva Cantarella: Según natura. La bisexualidad en el mundo antiguo (Akal, 1991)




1 σχόλιο:

Ανώνυμος είπε...

O porque la presunta banalización, o el hecho de ser una relación extra-iniciática, no merece atención otra que la de asumirla como una normalidad tan sumamente regular que ni siquiera es digna de mención, pues no hay nada que decir, ya que carece de relevancia para la tarea homérica de la cosmogonía literaria.

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